E: No me interesan los “chuinos” o como se llamen. Yo me pienso ir.
P: Pero es que no se puede ir. Piense en
que... A propósito, ¿en qué se va a ir? ¿En un OVNI? ¿Una nave espacial? (¿cómo
lo entretengo, Dios, como?)
E: Mire, déjese de embromar, ¿quiere?
Mire, yo le voy a explicar todo: Somos parecidos a los humanos y venimos para
ver en que anda la Tierra. Solo en películas de Ciencia-Ficción aparecen naves
espaciales.
P: Pero no entiendo. Entonces, ¿cómo
piensa volver a la… al planeta donde vive?
E: En un transbordador de la NASA, claro.
Los de otros planetas somos muy modernos además de normales. Y también vine de
esa misma manera. (en naves espaciales, por Dios, está loco)
P: ¿Tiene parientes?
E: ¿Qué si tengo qué?
P: Parientes, usted ya sabe, las personas
que, ¿como decirlo?, son de su misma sangre y comparten, por ejemplo una abuela
o un tío (y que son igual de feos que usted, pero no, no se lo debería decir).
E: Esas son estupideces de los humanos. Abuelas
y tíos. Déjese de decir cosas raras, por favor… ¡Ni siquiera tenemos sangre!
(otro insulto, yo ya conté ocho)
P: Lo que quise decir con sangre fue que…
bueno, olvídelo. No lo quisiera hacer parecer a ningún invento nuestro… ¿señor?…
E: Si, dígame señor.
P: Volviendo a la pregunta; ¿Tiene
poderes telepáticos o levitatorios?
E: Si, ¿Quiere que lo haga volar? (lo
quiero ver ahora).
P: ¡¡¡¡No!!!!
E: Era un chiste nomás, no se
me asuste (jejeje).
P: Una pregunta indiscreta: ¿Cuántos años
tiene?
E: No lo entiendo.
P: Digo ¿Cuántos años hace que nació? O
¿Cuántas velitas sopló en total?
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