Acomodé la pelota y
el árbitro hizo sonar su silbato.
El
arquero brasilero estaba nervioso y se tiró apurado a su palo izquierdo unas
milésimas de segundo antes de que yo le tire la pelota a su derecha.
Grité el gol con todas mis fuerzas mientras el referí marcaba que se terminaba
el primer tiempo.
En el segundo no llegué mucho al arco: me marcaron muy bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario