La maestra me llamó a dar
la lección. Pasé al frente. Entonces abrí la boca para hablar y… ¡Oh sorpresa!
Mi lengua no estaba ahí.
Sin darme por vencido
mucho antes de intentar me animé:
- E itema digetivo eá
compueto po – dije horrorizado. Enseguida comprendí que había sido un error.
Los chicos se tapaban con los libros de Ciencias Naturales para disimular la
risa.
¿Cómo? – me preguntó la
maestra creyendo que le estaba haciendo burla e ignorando las risas de mis
compañeros.
- Me fata a engua – le
intenté explicar a la maestra.
La maestra no lo tomó muy
bien:
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