miércoles, 6 de junio de 2012

Un sueño cumplido (Primera Parte)



Desde que era adolescente quería jugar al fútbol. O desde más chico. Mi mamá siempre me dice que le pateaba la panza unos dos o tres meses antes de salir al mundo. Mi papá no es tan creativo: dice que todos los bebés hacen lo mismo y que lo mío no es talento, es esfuerzo. Creo que un poco de razón tiene.
            A los diez años me cruzaba a la placita de enfrente y yo solo le ganaba a tres chicos de catorce. A los trece ya jugaba en las inferiores de un importante club argentino. Como de golpe, se me vinieron encima cinco años más y, ya con dieciocho, me vendieron a Europa. A España para ser más preciso.

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