Creo que me olvidé decir contra quién jugábamos, ¿no? Sí adivinaron. Nada menos
que contra nuestros pentacampeones y fiesteros vecinos. Contra Brasil.
A los quince minutos nos meten un gol.
Los veinte mil brasileros de la tribuna gritaron el gol que los habría llevado
a la cima del fútbol mundial si no les sucedía lo que estaba por suceder.
Cinco minutos después se nos lesiona la figura, el 10. El DT me miró con cara
paternal y me dijo:
― Pibe, entrás vos.
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